Vanina Esquenazi es médica cirujana egresada de la Universidad Nacional del Nordeste. Se especializó en Medicina General y Familiar en Rio Gallegos y luego en Nutrición, desde la ciudad de Buenos Aires. Instalada en la Patagonia hace muchos años, es una profesional destacada en el ámbito de la salud pública y la referente de la Liga Argentina de la Lucha contra el Cáncer en la ciudad sureña.
Nació en Goya y es la única hija mujer del matrimonio formado por la Asistente Social, Marta Vega, y el pediatra, Alberto Esquenazi. La familia se completa con Pablo, hermano mayor y “compañero y protector incansable”.
Su formación inicial, primaria y secundaria transcurrieron en la Escuela Normal. Sobre esa etapa de su vida, cuenta: “En Goya, durante mi niñez, siempre fui a la misma escuela. A la tarde iba a piano con la profesora Lita Zanoni, de la que tengo un recuerdo hermoso. También estuvo muy marcada por la natación y el vóley, deportes que practiqué en el Instituto Bassi. Desde muy chica, ya tenía definida mi vocación y las materias que serían pilares en el futuro. Siempre supe que quería ser médica, de hecho a los 11 años en un acto de la escuela ya fui disfrazada. Con ese objetivo claro, en la secundaria, las profes que recuerdo especialmente son Ana María Menecier de Manassero de francés, y las profesoras de Biología, Teresita Tomassella y María Elsa Méndez de Zabala”.
Entre amigos, deportes y referencias familiares importantes; llegó la etapa universitaria.
“Aunque tenía la posibilidad de ir a Buenos Aires, como mi hermano estaba en Corrientes, elegí ir con él”, dice.
El nuevo ciclo comenzó con una recompensa al esfuerzo: “Todo el último año de secundaria me preparé en química para rendir examen de ingreso. Entré a la Universidad Nacional del Nordeste con el tercer mejor promedio y lo recuerdo como un momento muy emocionante porque me regalaron mi primer libro de Medicina. Fue una época con muchas expectativas. A veces se ponía difícil por el cambio que significó irme de Goya, pero con los años conocí gente maravillosa con la que compartí desde primero hasta sexto año. Forjamos una hermosa amistad, que hoy a pasar de la distancia y gracias a las redes sociales, mantenemos”.
El título llegó y fue con un plus: “Un momento especialmente emotivo para mí fue la ceremonia en la que recibí el título. Por un problema administrativo me lo tuvieron que entregar fuera de fecha, la Facultad aprovechó que justo mi papa recibía su título de post grado en Pediatría Ambulatoria y unificaron los eventos”.
Eran tiempos de definiciones y la goyana ya no le temía a los desafíos: “Cuando me estaba por recibir surgió la posibilidad de ir al sur con quien era mi pareja. Decidimos buscar nuevos horizontes en la Patagonia. Yo todavía no tenía muy definida mi especialidad, me gustaban la ginecología y la pediatría. Lo que tenía bien claro era que quería tener contacto en el día a día con la gente. En esta elección fue clave mi papá, que si bien era pediatra, siempre me hablaba del médico de familia como pilar fundamental, ya que es el que conoce toda la historia de la familia y cuida de su salud en general”, explica.
Sobre su llegada al sur, profundiza: “Con la especialización decidida, se me presentó la posibilidad de hacer la residencia en Medicina General y Familiar en el Hospital Regional Rio Gallegos. Pero antes había que rendir un examen complejo, en el que se otorgaban tres vacantes a más de 100 médicos que estábamos interesados. Accedí a uno de los lugares y me formé como médica de atención primaria de la salud, además compartí experiencia y conocimientos con mis compañeros de residencia, con los que trabajo hasta hoy. Al terminar esa residencia en 2004, tenía dos opciones para elegir. Se abría la especialización en Ginecología, examen que rendí y aprobé; y me ofrecían la Jefatura de Residentes en la Residencia de Medicina Familiar en el Hospital al que me había incorporado tres años tras”.
Pero su vida ya tenía otra persona en el centro. Cuando estaba terminando la residencia nació su hija, Agustina; y con ella vendría otro desafío.
“Cuando tenía cuatro meses sufrió un ALTE, son siglas en inglés con las que se llama a la apariencia de episodio potencialmente fatal. Me derivaron a Buenos Aires, donde descubrieron que tenía un quiste subaracnoideo que crecía y había que operarla. La primera cirugía se complicó y hubo que volver a operarla. Estuve dos meses en Buenos Aires y fue una época muy difícil de mi vida. Cuando tenía cuatro meses nos dieron un diagnóstico y a los 2 años la operaron”, detalla.
“En ese momento ya estábamos las dos solas. La Jefatura me daba la posibilidad de estar más tiempo con mi hija que era muy chiquita. Priorizando el tiempo que íbamos a compartir, resigné la residencia. Decisión de la que nunca me arrepentí, en el ámbito personal me permitió conocer muchísima gente que hoy es como mi familia, y en lo profesional la medicina general me dio muchísimas satisfacciones”, agrega.
En 2006 llegó el título de especialista en Medicina General otorgado por el Consejo Médico de la Provincia de Santa Cruz y en 2012 el de Médica Especialista recertificada en Medicina General otorgado por el mismo Consejo Médico.
En su formación médica nunca faltaron las metas nuevas. Una de ellas, la llevó a cursar quincenalmente en Buenos Aires. Así, también en 2012, obtendría el reconocimiento como Especialista en Nutrición con orientación en Obesidad en la Universidad Favaloro.
Desde que llegó a Rio Gallegos se dedica a la atención primaria de la salud en el ámbito público pero hace unos años ejerce también en su consultorio privado. Es médica del Centro de Salud Número 3 de Río Gallegos y la médica a cargo del Consultorio de obesidad en la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC), filial Rio Gallegos. En lo personal, comparte su vida con Claudio, “pilar que nos contiene y acompaña hace 14 años”, y su hija Agustina, que ya tiene 15 años.
Sobre su ciudad natal, precisa: “Goya es el lugar que me vio nacer y crecer. Añoro mucho su gente, los lugares a los que iba en mi niñez y adolescencia. Voy a la ciudad dos veces al año y mi mamá, que aún vive allá, nos visita siempre. Mis amigas goyanas, son las de toda la vida, con las que conservo el contacto y el cariño a la distancia”.
Vanina es una profesional de entrega generosa y una goyana orgullosa de su tierra. Una personalidad dulce y dispuesta. Desde InfoGoya agradecemos la simpleza y calidez con la que se sumó a la sección.
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